(El mío)
Corría el año 1973; En la ciudad de Pucela viven una mujer llamada Candelas y su amado esposo Avelino, quien en un descuido coló una semilla y de ella germinó una niña.
¡Qué puntería!, ¡Qué tino!, ¡Que follón, Avelino!
Gran algarabía se formó en la casa, jolgorio y regocijo, ¡un bebe se avecina!.
División de opiniones generó la cosa, las hembras querían niña, el varón un niño, más la mayoría prevalece, se acerca la democracia. Gano niña y niña tuvimos.
Nadie se esperaba ya un nuevo retoño en la familia, los hijos ya criados y en aquel hogar no cabía nadie más.
Finalmente espacio hubo, de cómo se hizo, nadie supo.
Llegado el día del feliz alumbramiento, la Señora Candelas, notó que se avecinaba bien de mañana, más las obligaciones apremian, acudió a su trabajo, hizo sus labores, dejó nota “Lo siento, señores, estoy de parto, aquí me planto”.
Ni corta ni perezosa, para verse una vez parida más hermosa, se compró en última instancia, una faja última moda.
Acostumbrada estaba la mujer a parir en casa hasta la fecha. Cuando en el hospital Rio Hortega se encontraba y no podía hacer lo que se le antojaba.
Definitivamente a eso de las 9:30 de la noche, la niña había nacido, llorona había salido. Cuentan los que allí estuvieron que sin parar estuvo toda la noche, ¡Que llanto! ¡Que sino! ¡Ese bebe que llora, es el mío!
Retorno el fiel marido al hogar, más cansado no podía estar, las hermanas nerviosas, al ver entrar a su padre, ansiaban noticias del feliz acontecimiento, más el padre no podía más y solo la cena quería y acostarse un nuevo día.
–¡Que hemos tenido!– Gruñó Alfonsa.
El padre perplejo, se dio cuenta de que aquellas mozas esperaban buenas nuevas, reaccionó, lento, pero reaccionó.
-¡Una niña!
-¡y como se llama!
-¡Natividad!
-¡¿Natividad?!, si yo quería Eva María …
Pero daba igual, un “nenuco” de verdad tenían ahora para jugar y hacer rabiar.
Recién parida la feliz madre, extasiada se encontraba la mujer, cuando la preguntaron qué nombre la iban oponer, le falló la memoria, acordarse no pudo, de su memoria se borró aquel nombre “Eva María”, sí, sí, el de la canción.
Un alma caritativa que por allí se encontraba, sugirió Natividad, por ser fecha, la del nacimiento muy próxima a la navidad.
Y así, sin comerlo ni beberlo, lleva hasta hoy ese nombre.
Y es así, más o menos, como aconteció aquel nacimiento.
Natividad Martín Fernández