En todo momento damos lo más que podemos. Dar es el acto más hermoso y desinteresado del ser humano, se da constantemente, de lo que se tiene, ya sea una sonrisa, amistad, un abrazo, un gesto, un piropo, ayuda, solidaridad, esperanza, alegría … la lista es infinita. No hay que hacer ningún esfuerzo por dar.
Al mismo tiempo; ansiamos, esperamos y confiamos recibir. Pero no con la misma naturalidad. No todo lo que podamos, todo lo que seamos capaces, creemos que nos llegará cuando seamos mejores, cuando demos más, cuando … ¿¡cuándo!?.
Necesitamos abrirnos a la posibilidad de recibir, a la normalidad de recibir. Tan normal y natural es dar como recibir.
Nos avergüenza recibir, que nos agradezcan, que nos hagan un regalo o un halago.
Todos albergamos grandes deseos para nosotros mismos, para nuestra vida, pocas veces nos consideramos lo suficientemente dignos de lograr eso mismo que tanto buscamos.
¡Es el PRIMER PASO!.
Sea lo que sea lo que deseas, te pertenece, te lo mereces, es tuyo y no perjudica a nadie. Solo te perjudicas tú negándotelo.
Si quieres colmarte de todo cuanto desees no necesitas dar más, aunque no dejes de hacerlo, necesitas estar abierto a la posibilidad de recibir.
Que disfrutes de lo que recibes hace del mundo un lugar mejor. Te mereces tus deseos, es por ello que los tienes. La realización de tus deseos solo produce beneficios.
Deja atrás toda limitación, obsérvala, compréndela y déjala atrás, es tu virtud dar, tu derecho y tu deber recibir.
Deja de negártelo a ti mismo, es hora de reconocer que te pertenece, que es tuyo, que tal vez solamente tengas que alzar el brazo y cogerlo.
Sigue dando con normalidad y naturalidad y comienza a aprender a recibir con la misma espontaneidad. Siéntete merecedor, date el permiso, ¡te lo mereces!
Natividad Martín Fernández